La decadencia de su ser le hacían ver por la sociedad como alguien penoso que lo tenía todo y que ahora no tiene nada. Su padre es millonario, pero le desheredó de su fortuna por considerarle un mal hijo que se esfuma en el humo y en el vicio de las drogas. Le botó de su casa y él en la calle pasa desdicha e indiferencia. Tenía una hermosa mujer pero le dejó cuando se enteró de su procacidad por el engaño y la infidelidad, más aún cuando descubrió debajo de su cama que el cigarro que fumaba era marihuana y también cuando encontró en el armario cocaína. Ella se espantó y se decepcionó tanto que se deprimió por años. Ya que por fin pudo comprender el porqué de las tres veces que se embarazó de él, nunca pudo concebir un hijo sano. Dos veces dio a luz a bebés muertos, sin ojos ni sin boca, sin rostro, causando susto en la sala de partos. La última vez que se embarazó, fue hace 4 meses atrás, tuvo que abortar por una malformación congénita del bebé que tenía Hidrocefalia. El cráneo del niño no tenía cerebro, solo abundante agua que cuando le sacaron por medio del aborto, parecía un monstruo con una cabeza enorme llena de líquidos, e igual a sus anteriores bebés, tampoco tenía rostro. Fue chocante para ella las tres experiencias que la dejaron deprimida y desequilibrada. Decía que tenía tres hijos y que era una mamá muy responsable y cariñosa y que su padre estaba en la cárcel pagando su abandono. Cuando conversaba con ella, por unos minutos no paraba de hablarte de sus hijos, de lo juguetones que son y de lo difícil es ser madre soltera, de cómo le cuesta sacar adelante a sus hijos que son su orgullo, y espera que cuando crezcan, sean el orgullo del Perú. Dice que el mayor, que tiene 3 años y al que le puso de nombre Mateo, tiene que ser presidente para que le saque de la pobreza, el segundo es mujer y tiene dos años, su nombre es Osadia porque a pesar de sus complicaciones en el parto, tuvo la osadía de superar esa barrera que existe entre la vida y la muerte, y porque le parece un nombre original que nunca escuchó a ningún ser mortal. Y el tercero dice ser el más inteligente puesto que medio cabezón es, tiene un año y tiene para ser genio, dice Karina Reyna.
Pedro, el que lo tenía todo, vive en plaza 28 de Julio. Su hogar es una parte del pasto, duerme en cartón, y cuando hace frío, se abriga con abrigos que le donaron la gente caritativa del lugar. Una madrugada, en la que la mayoría de la gente ya estaba dormida, un carro de la policía hace su aparición en una batida a las prostitutas que pululan en esa plaza. Detuvieron a moradores que estaban como clientes y a las prostitutas, barrieron el lugar de “gente que atentan contra el orden público”, entre ellos a los indigentes. Pedro tampoco no fue la excepción, fue detenido y maltratado al igual que a todos los capturados. Le batieron a patadas y a palazos. Mal Herido, Pedro defendía su integridad física lo mejor que podía, cubría su cabeza para no sufrir lesiones serías. Pero su espalda y su pulmón fue la peor parte de la brutalidad de los policías. Estaban en ese salvajismo hasta que otra patrulla pasó por el lugar y vieron el incidente. El Coronel de la PNP, Roberto Baluarte, bajó de la patrulla y muy enojado se dirigió a los cadetes_ ¡Ustedes son unos delincuentes, vergüenza de la Policía Nacional ¡Lleven a todos los golpeados por ustedes, pedazos de animales, al hospital!_ Los cadetes, avergonzados, tuvieron que parar con su diversión y llevar a las prostitutas, a sus clientes y a los vagabundos al Hospital. Pedro estaba grave, el Coronel Roberto Baluarte es amigo de su padre, el millonario y magnate Santiago Estrada, dueño de la cadena de los hoteles más lujosos de Iquitos y de la Amazonía Peruana. Sintió pena por la situación de Pedro y decidió llamarle a Santiago Estrada, su progenitor. _Santiago, tu hijo está grave en el Hospital Iquitos_ dijo El Coronel Baluarte_ Ya lo venía venir, seguro por sobredosis_ Contestó Estrada. _No hermano, unos estúpidos cadetes le dieron una paliza sin razón alguna que la brutalidad_. Dijo Baluarte. _ Dios mío, qué puedo hacer, si siento vergüenza por mi hijo_. Contestó Estrada._ No me vas a decir que le vas a dejar abandonado, por lo menos en esta última etapa de su vida, creo yo que debes de venir_ Convencido Santiago Estrada, fue en cierta manera de mala gana a la presencia de su hijo, que estaba en una cama luchando por su vida. Santiago Estrada le vio y sintió algo que no sentía de tiempos: Compasión. Y después de mucho tiempo, lloró. Pedro pidió su último deseo, verle a su antigua mujer, Karina Reyna, la del manicomio. Por influencias y poder de Santiago Estrada, pudieron hacer el pedido. Sacaron a Karina Reyna del manicomio para reencontrarse con Pedro. Karina Reyna, al ver a Pedro, dijo_ Mal esposo y mal padre, dejaste abandonado a nuestros hijos, que en sí, nunca pudieron ser sanos gracias a ti. Mis ganas por haberlos tenido y la gran frustración y trauma de engendrar hijos monstruos me llevó a esta locura que me hace verlos, pero sé muy bien que no existen, que todo está en mi mente_. Los presentes no podían dejar de estar confundidos y sorprendidos por las declaraciones de Karina Reyna, que prosiguió: Tú nunca quisiste tener hijos, tú empezaste a cocearte desde que te dije que quería ser madre, sabías muy bien que coqueándote nunca me ibas a permitir tener la felicidad de ser mamá. ¿Y por qué no querías ser padre? Para que sigas con tus prostitutas de la plaza, sí, estás las que se encuentran ahora y están golpeadas, las que se hacen las víctimas, con estas me eras infiel y gracias a ellas consumes drogas ya que son vendedoras de esas porquerías. Pedro, malograste nuestros planes, te dejaste llevar por el vicio de la plaza, y ahora que estás por morir, te perdono porque aún te sigo amando.
Todos escucharon con atención y estupor lo que decía Karina Reyna delante de médicos, pacientes, Santiago Estrada, Roberto Baluarte, prostitutas, vagabundos de la plaza 28, cadetes de la PNP y, el más afectado de todos: Pedro. Estrada no pudo aguantar más la confesión de Karina Reyna y la acusó de loca, que solo hablaba incoherencias. El Coronel Baluarte miró con desprecio a sus cadetes, sabía que Karina Reyna no estaba loca, que aparentó serlo era muy distinto.
Pedro aún no estaba muerto, escuchaba todo lo que decían pero no pronunciaba ni una sola palabra. Hasta que en un esfuerzo sobrehumano, pudo levantarse y pararse, con dificultad pudo caminar hacia donde estaba Karina, y le dijo_ Aunque nadie me crea, yo sé que tú me creerás, he dejado de drogarme porque me di cuenta que te hice mucho daño y porque yo también te sigo amando. Antes de morir, podemos tener un hijo_ Le dijo de una manera tan arrepentida y llena de amor que ninguno de los presentes pudo evitarlo. Los dos se dirigieron a un hostal e hicieron el amor, superando el rencor de años para tener un sueño que les fue esquivo, por el error del vicio y el miedo de tener una responsabilidad mayor por parte de Pedro. Y ahora que su pulmón se iba a reventar en cualquier momento, una vez finalizado el acto amatorio, Pedro murió en brazos de Karina, dejando a un hijo huérfano pero a una madre feliz y triste a la vez.