Tus palabras se insinúan
tu belleza me excita
Y yo, con paciencia
te escucho hablar
en cada musitar
de tu boca y paladar
que atraviesan los sentidos
más escondidos
de mí ropa interior.
Música a mis oídos
Provocación a mi vista
Dos potencias se juntan
Para hacerme tentar
y para hacerme mojar.
Soy como un volcán
Que nunca se apaga
En cada palabra
Muchas veces pronunciadas
Y en cada gemido
Muchas veces alocadas
Con posturas acróbatas
Experimentos
Y audacias
Que nos caracterizan
Al momento de acariciar
Las partes
Morbosas aquellas
Que nos hacemos tocar.
Te revuelcas
Me revuelco
Nos damos un tiempo
Y otra vez volvemos
Después del descanso
Sueles decir
“Quiero más”
Y otra vez
Se suele encender
Las pasiones
Que solemos hacer.
Escucho tu fatiga
El cansancio aparece
Pero las ganas se extienden
Desde la cabeza a tus pies.
Las manos pasan
La lengua saborea
Mi cuerpo degusta
Y mi mente
y mi cabeza
De las dos extremidades
Diferentes
Se jactan de tenerte.
¡Caserita!
¡Compre su carne ya!
Dices a las señoras
Lo que no saben las doñas
Que yo poseo más que tu carne
Poseo tu alma, tus entrañas
Tu interior, tu centro
Y no tan centro
Pero sobre todo
Te lo tengo
Muy adentro.
Te dedico este poema
Mientras la cama se agita
Y tu tendida estás
Regocijada, atornillada
Y recontra penetrada
Ya que tienes pendengue
Y no dengue
Como decías tener
Pues sólo fue
Una coartada
Para entrar a tu alcoba
Y conocer tus almohadas
Tus cómodas
Tu silla
Y tu vagina.